Guionista
«Escribir guiones es como planchar. Avanzas un poco, retrocedes y suavizas las cosas.»
—Paul Thomas Anderson
Palabras para el papel, palabras para la pantalla
Tardé como cuarenta años en darme cuenta de que aquello que más me gustaba, es decir, escribir, podía hacerse también para transportar la palabra escrita a la pantalla y convertirlo en películas, la segunda de mis pasiones. Supongo que eso significa que uno tampoco necesita ser demasiado listo para ser escritor.
Sea como fuere, el caso es que soy relativamente un novato en esto de que mis personajes acaben cobrando vida en forma de seres de carne y hueso, en lugar de hacerlo en la imaginación de mis lectores. Verlo, asistir a todo ese proceso, y dejarse llevar por lo que consiguen los directores, que interpretan lo que has escrito y lo convierten en otra cosa diferente a lo que uno tenía en su cabeza cuando estaba delante del ordenador, resulta una clase de epifanía difícilmente comparable a otra cosa.
En definitiva, la base de ambos medios es la misma: una buena historia. Después, es cierto que la forma de transportarla al papel tiene sus diferencias, pero si amas escribir, eso no tiene demasiada importancia. Por eso, me asombra darme cuenta de que tengo la suerte de haber participado en varios proyectos de cine y cortometraje, de poder dedicar una parte de mi vida a crear historias para ser imaginadas, y otra, a palabras para ser proyectadas.
¿Qué más puedo pedir?










